A pesar de sus más de 10.000 creaciones, realizadas o en proceso de realización, de su fama mundial y de su incansable inventiva proteica, nunca olvida lo esencial. Philippe Starck tiene una misión y una visión: la creación, sea cual sea su forma, debe mejorar la vida del mayor número posible de personas. Starck cree que este deber altamente poético, político, rebelde, benévolo, pragmático y subversivo debe ser asumido por todos y lo asume con el humor que ha acompañado su enfoque desde los primeros días: «Nadie está obligado a ser un genio, pero todos deben participar». Este ciudadano del mundo, que considera su deber compartir su visión ética y subversiva de un planeta más justo, crea lugares y objetos poco convencionales cuya finalidad es ser «buenos» antes que bellos.